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El feminismo es un movimiento político y social, una teoría política y una perspectiva filosófica que, según la RAE, postula el «principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre».[1] De acuerdo con ONU Mujeres, el feminismo en principio lucha por la equidad de género y por el reconocimiento de las mujeres como personas físicas y sujetos de derecho.[2] Asimismo, sostiene que ningún ser humano debe ser privado de bien o derecho alguno a causa de su sexo y busca conseguir que las mujeres tengan iguales libertades que los hombres, además de eliminar la violencia contra la mujer que en su mayoría es ejercida por estos mismos.
Surgió alrededor del siglo XVIII con la publicación de la obra Vindicación de los derechos de la mujer, de Mary Wollstonecraft en 1792, y ha tenido un importante desarrollo teórico, político y filosófico desde entonces. El feminismo centra su análisis en el rol del patriarcado en estructurar las relaciones desiguales de poder entre varones y mujeres. El feminismo realiza una crítica de la visión androcéntrica de la sociedad, a la que busca transformar para conseguir sus objetivos de una sociedad más justa e igualitaria.
Como movimiento social ha buscado promover los derechos de las mujeres, incluyendo derechos civiles y políticos como votar y ocupar cargos públicos; derechos económicos como recibir igual remuneración por igual tarea, ejercer las potestades propias del derecho privado, tales como suscribir contratos, derechos sociales como recibir una educación, ejercer sus derechos reproductivos y proteger a otras mujeres de diferentes formas de violencia como el abuso, el acoso sexual y la violencia doméstica. El feminismo además ha jugado un rol importante en denunciar y cambiar los estereotipos de género. A medida que el movimiento feminista adquirió relevancia en el mundo académico, fue generando un cuerpo teórico que ha dado lugar a la aparición de disciplinas como, por ejemplo, la geografía feminista, la historia del feminismo o los estudios de género. La filosofía política feminista sirve como campo para desarrollar nuevos ideales, prácticas y justificaciones sobre cómo deberían organizarse y reconstruirse las instituciones.
Como movimiento social formado por grupos organizados, el feminismo se ha desarrollado históricamente en una sucesión de etapas o fases, a las se ha denominado «olas». En cada fase u «ola» se han desarrollado ideas y conceptos, teorías, estrategias, acciones y corrientes muy diversas, por lo que se utiliza, en algunos casos la noción de «feminismos» para denotar esa diversidad. Como movimiento de transformación de la sociedad, tiene una vocación de influencia sobre la forma en la que se conceptualiza la realidad y en el discurso científico.
A lo largo de los años se han desarrollado numerosos movimientos e ideologías feministas que representan distintos puntos de vista y objetivos. Tradicionalmente, desde el siglo XIX, el feminismo liberal de la primera ola que buscaba la igualdad política y jurídica a través de reformas dentro del marco de la democracia liberal se contraponía a los movimientos de mujeres proletarias del movimiento obrero que, con el tiempo, se convirtieron en el feminismo socialista y el feminismo marxista basados en la teoría de la lucha de clases.[3] Desde la década de 1960, ambas tradiciones se contraponen también al feminismo radical, que surgió del ala radical del de la segunda ola del feminismo y que reclama una reordenación radical de la sociedad para eliminar al supremacismo masculino. Estas tres corrientes se denominan a veces como las "tres grandes" escuelas de pensamiento feminista.[4]
Desde finales del siglo XX, han surgido muchas formas nuevas de feminismo, siendo algunas de las mismas criticadas por tener en cuenta únicamente las perspectivas de las mujeres blancas, de clase media y/o clase alta, con estudios universitarios, heterosexuales o cisgénero. Estas críticas han llevado a la creación de formas de feminismo étnicamente específicos o multiculturales, como el feminismo negro y el feminismo interseccional.[5]